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lunes, 27 de mayo de 2013

El mensaje indicado en el momento indicado


Hace unas semanas pedí el día libre del trabajo para ir a Edimburgo. Me proponía recavar toda la información necesaria para  estudiar un postgrado en la University of Edinburgh. Ese día fue la primera vez que cogí un tren en Escocia, todo nuevo, ya sabéis, primeras experiencias. 
Por alguna razón, los viajes de tren siempre me hacen pensar. Imagino que, viendo todo ese paisaje persiguiendo los vagones, tu mente es más proclive a pensar en tu aventuras recorridas, y las que quedan por recorrer. Quien me conoce sabe que prefiero extenderme hacia delante, y no mirar atrás, para no malo ni para lo bueno. Pero aún recuerdo cómo sonreí al abrir el Independent que tenían sobre la mesa -sí, tienen mesa entre los asientos, alucinante...- y de pronto verme a mí mismo por fuera. Estaba en Escocia, después de tantas deseos marchitos... pero eso también significaba un reto. Me enfrentaba a toda una ciudad y aún más, lenguaje técnico de educación, becas, secretariados, oficinas.. en cierto modo tenía miedo de tener problemas para desenvolverme allí, ya sabéis, ese miedo del inmigrante.
Qué tendrá que ver eso con el pub. Pues bien, esa mañana ocurrió algo que, tiene que sentirlo uno mismo y es difícil explicar.  Para gente mas experimentada, quizás no significa nada, acostumbrada a viajar y a moverse por el mundo. 
Pero ese día perdí los miedos al mundo, la mayoria, al menos.

Esa mañana me estuve moviendo por toda la ciudad, de una oficina me mandaban a otra, por toda Edimburgo, hasta encontrar la correcta y completa información que necesitaba Hasta aquí nada de particular, en Murcia te hacen lo mismo...sólo que ésto es Escocia. Entendí todo y no sólo eso, me entedieron a mí, y todo me trataron con un cariño y atención maravillosos.

Así que al terminar, me fui a un pub cercano para el lunch, éste que veis aquí, y tras pedir una hamburguesa con una generosa pinta,  estuve pensando en estas cosas que os he contado: yo, siempre queriendo viajar a todas partes, mis miedos,etc. Y como todo salía bien, hasta el punto de empezar a conocer la ciudad, su idiosincrasia y empezar a sentirme edimburgués. Me acordé de cómo me gustan las películas de Bourne, ese tipo que abría su caja fuerte y tenía ocho pasaportes, hablaba cinco idiomas y controlaba carreteras, ciudades y sistemas de vigilancia de doce países -cuya banda sonora de Moby para los créditos os he puesto- y me dí cuenta de que, quizás éste día era el comienzo del final de mis miedos. Me acordé de mis conversaciones con uno de mis mejores amigos, Miranda. Y justo en ese instante, al girar la cabeza, me encontré con éste mensaje:


Un mensaje genérico, de una marca o una cerveza, me da igual, significó mucho en ese momento. Nada, efectivamente, lo es.  
Recuperar la voluntad, my will. Me dí cuenta de eso, de que no todo es tan difícil, que todo es más sencillo. Que puedo hacer muchas más cosas de las que creo, que una vez más, mi mayor limitación soy yo mismo. 
"Cesa de autodefinirte, como me citó en una ocasión mi amigo J.Miranda"

Aún hoy, con 23, me sigo descubriendo. Y ésto, ser capaz de desenvolverme con los transportes, idioma, gentes, tiendas, bancos, en una ciudad extranjera independientemente, es sólo el principio.
¿Qué más cosas descubriré de mí? ¿De qué más cosas eres tú capaz, aún sin saberlo?

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